Aunque hay experiencias que transcienden el lugar y el tiempo, a veces nos puede parecer lejana la vida de hace tan solo dos décadas, por los cambios enormes que ha efectuado la tecnología. Por eso, este libro me atrajo la atención de inmediato, por ambientarse en la época más contemporánea, la del internet.
Sin embargo, La vida en las ventanas, de Andrés Neuman, nos transporta también a otra época: la del internet “antiguo”, o más bien en etapa de transición, hacia el año 2000, cuando se estaba volviendo una parte de la vida cotidiana, pero todavía no había logrado (ni siquiera se vislumbraba) la ubicuidad que tiene hoy en día.
El drama toma la forma de muchos correos electrónicos que un chico le manda a Marina, su supuesta ex-novia. Pero según transcurra la historia, se nos van planteando preguntas. ¿Por qué no le responde esta chica? ¿Fue realmente su novia? ¿Existe?
El libro es una fascinante meditación sobre la atomización de sociedad, y el descontento de los jóvenes frente a un mundo laboral que no les ofrece oportunidades. La soledad se refleja en el hecho de que el protagonista, “Net”, sigue escribiéndole a una mujer que no le replica, aun cuando él tiene otra novia, lo cual señala que no está satisfecha ni se siente escuchado incluso estando en una relación romántica.
Asimismo, Net sigue extendiendo su contrato en una fábrica de cortinas, que le resulta más soportable y más rentable que usar los conocimientos de su carrera trabajando en una academia.
Acaba gradualmente dejando de sus estudios no completados, mientras que su hermana menor, Paula, todavía llena de ilusiones, emprende un grado en la misma facultad.
Igualmente, su amigo, Xavi, inicialmente un chico filosófico y entusiasmado por la literatura, se pierde cada vez más en un mundo de drogas y aparente deterioro de su estado mental. Este deterioro abarca un fuerte rasgo de misoginia, específicamente en la creencia de que los hombres tienen cierto derecho al contacto físico y al trato emocional con las mujeres.
Para mí, lo más interesante del mundo retratado en este libro fue la relativamente poca interacción entre la vida real e internet. Los correos funcionan como artificio narrativo, y se hace referencia a otros usos del internet entre ellos el porno. Pero, en la narrativa contada, las personas son todavía capaces de desconectarse durante mucho tiempo, involucrándose en otras actividades y sitios en el mundo real, como el bar de Xavi, que quedan libres de influencias del internet.

Retrospectivamente, parece casi un paraíso de la desconexión. A pesar del colapso de la distancia por la comunicación instantánea, el espacio físico, la presencia, el contacto, o la falta de ellos, mantienen su carácter, su significado: por eso la soledad a la ausencia de Marina.
“Todos los lugares son distintos. Todos los lugares son iguales.” (p. 197)
Asimismo, a pesar del título y formato de la novela, se exploran otros aspectos de la vida moderna que no conciernen (o no concernían, en este tiempo) internet. Por ejemplo, las relaciones entre los sexos retratado en los padres y tíos de Net y Paula.
Además, Neuman usa el internet y los ordenadores como una metáfora inteligente para la memoria de los hombres, la capacidad de borrarla.
El desenlace es muy interesante, poniendo en duda las afirmaciones de Net, especialmente en cuanto a su supuesta historia con Marina.
¿Está Paula destinado a caer en la misma desilusión como su hermano? ¿Acabará Net como Xavi? ¿Pueden los protagonistas crear una vida feliz en la situación en la cual se hallan?
Hay un cierto sentido de fatalismo, con las relaciones, las ilusiones, y las mentes desintegrándose en todas partes. Me habría gustado leer más de esta historia, averiguar qué pasará con los protagonistas, si lograrán de alguna manera escapar este hado que los persigue.
Por supuesto, no es posible. La novela termina, el tiempo continúa, y nos deja imaginando qué habría ocurrido con estos protagonistas en los mundos, reales y virtuales, que habitarían hoy.