Este es el libro – no sé si lo mencioné – que me costó tanto leer el año pasado que al final lo dejé para más tarde. Bueno, ya es más tarde, y lo he intentado de nuevo, y… ¡me ha gustado!
No sé qué fama tendrá fuera de este área, pero en León y en Valladolid, Cinco horas con Mario es un libro bastante conocido, por ser la región el origen de su autor, Miguel Delibes. También se ha convertido en monólogo dramático, por razones que pronto serán claras.
Casi todo el libro, salvo el prólogo y el epílogo, consiste en las palabras que Carmen, una viuda reciente, le dirige al cádaver de su esposo, Mario, durante su velatorio.

La estructura del libro es de capítulos bastante cortos – veintisiete en sus menos de 200 páginas, en la edición que tengo – que dentro de sí carecen por completo de divisiones de párrafo. El estilo va más allá del discurso indirecto libre hasta llegar al flujo de conciencia*, con oraciones que pueden desviarse por muchos caminos distintos.
Aunque al principio las desviaciones pueden confundir mucho al lector, después de cierto tiempo llega a resaltar en cambio la repetición y la circularidad. Carmen vuelve a hablar de los mismos eventos, y de los mismos temas, sobre todo sus quejas del comportamiento de su marido, y las comparaciones con Paco, otro hombre de la ciudad, que tienen un fin inesperado.

Los dos personajes principales, Carmen que habla y Mario a quién se le dirige, son los más claramente retratados; de hecho, acordarme de todos los caracteres secundarios y terciarios (don Nicolás, Doro, Bene…) fue para mí lo más difícil de la lectura, y creo que sobre todo funcionan como símbolos de las diferentes posiciones políticas y sociales que Carmen acepta o rechaza. Carmen, o Menchu, y Mario aparentan ser personas muy diferentes – aunque yo me pregunto si no tienen más en común que lo que se destaca.
Carmen es una mujer con valores tradicionales, que se ha casado con Mario por pena (según ella), y que ahora se queja de que las tendencias revolucionarias y izquierdistas de su esposo la han privado de muchas cosas materias que ella quería, y han amenazado a la seguridad, o por lo menos la comodidad, de la familia entera. Carmen tiene creencias religiosas tradicionales, que influye también en sus opiniones sobre los roles de género, y simpatiza con el gobierno franquista y las autoridades.
Mario, como se presenta – y la narración no confiable es un rasgo distintivo del texto – es un aspirante intelectual que en realidad ha sido cátedra de colegio. Intenta escribir y expresar sus opiniones sobre la política, sobre todo los pobres y las personas con discapacidad mental, por lo cual ha sufrido repercusiones e incluso violencia física. Según Carmen, nadie lee sus escritos, y ella no entiende por qué escribe y crea tantos problemas, ya que ella está a gusto con la situación social actual. A nivel más cotidiano, Carmen se queja de que Mario no la aprecie ni la demuestre cariño, y de que él se quejó de depresiones cuando las aflicciones (posiblemente nerviosas también) de ella ni se notaron.
A pesar de que se dice de este texto que hay que rechazar a la protagonista, creo que se puede simpatizar con Carmen, también, aunque no con sus opiniones. Tiene una visión muy limitada (y, en mi opinión, incorrecta) del mundo, pero, ¿qué otra opción tiene? Es obvio que la iglesia y su padre – que ella adoraba casi como a un dios – la ha impartido opiniones políticas que no ha tenido la oportunidad de cuestionar, porque, a causa de su género, ha sido privado de una educación completa.
En un momento dado, Menchu dice que “si tú en lugar de ser hijo de tu madre […] hubieras sido hijo de la mía, serías otra persona”, pero no reconoce que ella también habría sido diferente de haber sido criado de manera distinta – ni que la infancia de Mario ha sido diferente por ser varón, además de por su familia.
Bueno, no quiero que esto se convierte en ensayo. Creo que este libro está abierto a distintas interpretaciones y especulaciones sobre los personajes, especialmente Mario y Carmen y cómo fue realmente su vida en pareja. Aunque requiere bastante experiencia en leer en castellano antes de intentarlo, al final me ha gustado mucho Cinco horas con Mario. Delibes maneja con maestría la forma del monólogo, tejiendo los muchos hilos, personajes y temas para retratar a una época y unas actitudes.
*Lo cual dificulta mucho la lectura para los hablantes no nativos.